
Jajajaja… tengo muchos.
Sin embargo, el que me viene a la mente ahora fue el que me ocurrió cuando era niña (tenía 11 años) y sufría de FOMO.
Iba en sexto de primaria. Todos mis amigos eran hombres, y como que siempre los chicos tienden a entretenerse jugando algún deporte. En el caso de mis amigos, andaban muy entusiasmados con el básquetbol, y yo, para que no me dejaran fuera de nada, le pedí a mis papás que me compraran un balón de los Chicago Bulls, que eran los ídolos del momento. Como algunos ya saben, nunca he sido muy hábil con los deportes que involucran pelotas, por lo que cuando nos juntábamos para jugar, en sí yo me la pasaba corriendo de un lado a otro de la cancha, cuidando no tropezarme y viendo cómo mis amigos sí sabían usar bien mi balón, jajaja. En una de esas tardes, mi adorado objeto de socialización voló hacia un barranco lleno de árboles, lodo, insectos y que además estaba muy empinado. No recuerdo quién de todos lo voló (seguramente fui yo 😂) y obviamente no podía regresar a casa sin mi balón cuasi-nuevo. Así que sin pensarlo mucho, bajamos por él y sí, ahí descubrí que el trail tampoco era lo mío: tropecé y me fui rodando varios metros hacia abajo. Afortunadamente no me pegué con ninguna piedra ni árbol, solo acabé muy sucia y terriblemente espinada (no sé a qué plantas les pegué en el camino). Cuando mi rodada cuesta abajo terminó, sólo me quedó reírme del tremendo oso que hice y obviamente mis amigos rieron bastante de lo que me pasó. Así, la anécdota se sumó a las burlas futuras entre amigos🤷🏽♀️.
La parte más trágica es que yo no fui quien encontró el balón, así que mi caída fue totalmente en vano, jajaja…